La escritura es una de las formas de magia más antiguas. Al contrario que la hepatomancia, la escapulomancia y la nefelomancia, no adivina el futuro, sino que fosiliza el pasado. Los Antiguos -sean egipcios, asirios, atlantes o cada cual lo que quiera- consideraban necesario poder grabar los nombres de las cosas y los hechos ocurridos para poder retenerlos y congelarlos. El lenguaje oral fue un gran invento (algo se dijo aquí) pero era y es vulnerable al mismo aire que le da vida. El lenguaje escrito permitió atrapar los conceptos e inmortalizarlos, sea en conchas de tortuga o mastabas de adobe, asentándolos en una estasis atemporal donde el mensaje original se salvase de la intemperie. La escritura es al lenguaje lo que la fotografía es a la vista.
Por otro lado, es evidente que las lenguas mutan. Los puristas del idioma -el que sea- deben recordar que todo idioma nace de una versión mal hablada y malhablada de otro idioma anterior y que, a cada siglo o dos, habrá una nueva lengua-alfa que polinizará con sus lexemas a las demás. Añádase el paralelismo entre la diglosia y el henoteismo y rápidamente dejaremos de hablar de idiomas para relatar la historia de las civilizaciones a través de sus lenguas.
Sin embargo, nunca hay que perder de vista que el objetivo del lenguaje -cualquiera- es comunicar un mensaje del emisor al receptor. Luego ya habrá poetuchos, rapsoditas y dramaturgos que le añadan un valor estético al asunto. Pero si dañamos el lenguaje alterando dolosamente el código, perjudicamos al mensaje y, por ende, a la propia herramienta que lo transmite.
Debido a que errores que antaño tardaban días en carromato en propagarse por un valle a día de hoy saltan continentes en yoctosegundos, debe ser imperativo que impedir que los errores se perpetúen, en especial los más nocivos, que son aquellos que sesgarán las evoluciones futuras del propio lenguaje. Hoy trataremos sobre uno de esos errorcillos valientes que socavan la buena voluntad de la lengua.
En español (o castellano, que ya no hay debate a no ser que desenterremos al ferrolano sátrapa Paco y para algo sirve el Panhispa) hay cuatro conjunciones copulativas: y, e, ni y que.
Ni no da ni problemas* (*he aquí uno) y que es arcaizantemente delicioso ("dale que dale"). Respecto a las dos primeras, las más frecuentes, es fácil alternar su uso para evitar cacofonías.
Sea como sea, la conjunción copulativa implica la suma de los elementos implicados: "la bandera es blanca y verde" no nos dirá en qué proporción aparece cada uno, pero sí que la bandera tiene ambos colores.
Conjunciones disyuntivas hay dos: o y u. Se caracterizan porque indican alternancia. "Una cosa u otra" es un ejemplo bastante ilustrativo. Si preferís el ejemplo de la banderita, "blanca o verde" nos dirá que la bandera puede ser blanca o puede ser verde, incluso ambas a la vez. Aunque se suelen usar en contextos excluyentes tales como discusiones maternofiliales, las conjunciones disyuntivas no son excluyentes por sí solas. "¿Funciona el intermitente? Sí o no, sí o no..."
Entonces viene el listo de turno y pare la abominación y/o.
¿Nadie ve nada raro? Si y es aditiva y o alternante ¿qué significa y/o?
Adelante el ejemplo gracioso tras tanto lacónico párrafo:
Vale besarse y follar en la ermita de San Froilán: es decir, que podemos besarnos y follar después o a la vez. También podemos sólo besarnos y guardar el resto para un lugar menos morboso.
Vale besarse o follar en la ermita del San Froilán: ¡bien! podemos besarnos, podemos follar u obviamente e incluso hacer ambas cosas. ¿Sí?
Vale o besarse o follar en la ermita de San Froilán: o una cosa o la otra, pero no las dos. O sexo amateur o amor del duro, que en la vida hay que escoger con astucia y perspicacia.
No vale ni besarse ni follar en la ermita de San Froilán: jo, qué rollo. Nada de nada, ni del derecho ni del revés.
Vale besarse y/o follar en la ermita del San Froilán: si tu intención era decir que se pueden hacer ambas cosas o sólo una cualquiera de ellas, tu conjunción favorita será o a partir de ahora.
Conclusión: las conjunciones disyuntivas no excluyen la posibilidad de que se haga uso de ambas partículas. Por lo tanto, el invento y/o es feo e inútil. Pero ¿de dónde salió?
Decíamos que en cada época hay una lengua que predomina sobre las demás y pasa a ser la lengua vehicular entre terceros. Así pues no es de extrañar que haya sido el inglés el culpable del caso que nos atañe.
En inglés, la conjunción or sí es excluyente. Por lo tanto, la composición and/or nos trae una serie de opciones que no se eliminan entre ellas. Véase you should kiss and/or grope your mate more often, que nos permitiría una de las dos opciones o ambas, mientras que you can kiss or grope him/her nos obligaría a escoger entre una de las dos y sería una putada.
Tampoco demonicemos ese idioma, que también tiene cosas maravillosas y de las que quizá hablaremos en otra ocasión.
Aclarado este punto ya sólo nos falta saber dónde está la dichosa ermita y a quién nos llevaremos de excursión.
De paso, a los valientes que habéis llegado al final de un artículo sin fotos ni dibujitos, os dejo un enlace que a lo mejor os da qué pensar.
O quizá no, qué más da.
miércoles, 6 de octubre de 2010
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No le preguntes por la ermita al google maps, que además de hacerte nadar desde la costa francesa a la neoyorkina todavía es capaz de encontrarte la plaza Calvo Sotelo en la ciudad condal.
ResponderEliminarEn cuanto a tu muy lúcida explicación, recuerdo haber tenido esta conversación, quien sabe si iluminados por el himno nacional de Tanzania, hace tiempo, debo reconocer que soy de esos tipos atraídos por el anglosajón and/or no por una anglofilia excesiva sino por el hecho que per mi ppobrecito cerebro la conjuncón disyuntiva "o" es excluyente. Sí, lo sé, es un error, y espero ser capaz de solventarlo.
Gracias por ilustrarnos nuevamente.
Cómo para no besarse y/o follar u orinar al menos cuando llegas allá en lo alto, en la Ermita de San Froilán:
ResponderEliminarhttp://4.bp.blogspot.com/_4MgeBs4kgrU/TJEhnkj2daI/AAAAAAAABB4/jn2G3fdTwNE/s1600/PE%C3%91A+DE+SAN+FROILAN.jpg
;) Interesante post y magnífico blog. Saludos.