jueves, 8 de julio de 2010

Z de zombis

Repongo y corrijo la primera parte de un texto de febrero de 2009.


Día uno, 7:00 AM. ¿Por qué zombis, por qué?


“Me engañaron las pelis de serie B. 
Los muertos caminan al alba, y no al anochecer”





Uno se levanta por la mañana, se sumerge en el laberinto de túneles subterráneos de su ciudad y, como por arte de magia, aparece la palabra maldita en su mente: zombis.

Prolífico género cinematográfico, los zombis nos han acompañado casi desde Lumiere y los primeros cineastas. Existe una profunda fascinación por ellos, aunque quizá eclipsada por otros monstruitos con más suerte, monstruitos de moda en esta o aquella década. La ciencia acabó con Frankenstein, el SIDA con los vampiros, la ecología con los hombres lobo y el fin de la Guerra Fría, con los alienígenas. Quizá nunca en primer plano, pero al margen de tanta ida y venida, siempre han estado ahí los zombis, a la espera, dispuestos a alertarnos de nuestras propias fobias más cotidianas.

Yendo al grano, los zombis representan la última antítesis de la propia humanidad. Los zombis no tienen sentimientos, memoria, sociedad o necesidades más allá de alimentarse y, a su forma, reproducirse. Los zombis reúnen todo aquello contra lo que queremos luchar y todo aquello contra lo que tememos convertirnos. Encima son feos, hasta asquerosos. No hay lugar a la duda: zombi implica muerte, implica el tabú más insufrible.

El hecho de que los zombis reúnan todas las taras tiene un único objetivo: evitar que en ningún momento el espectador pueda sentirse identificado por ellos. En el cine de zombis el espectador no puede dejarse seducir por el morbo vampírico. Tampoco por el animalismo de los hombres lobo, ni por la incomprensión de Frankenstein. Ni siquiera la momia, con su amor eterno por su prometida y su tierra, puede salir peor parada que los zombis de cara al espectador.

Existe, por eso, otro motivo de peso: los zombis son legión. No existe el carisma individual, ni la individualidad siquiera. Ante una marea de zombis, uno sólo puede reafirmarse como individuo o dejarse matar para formar parte de esa misma marea gris. Pero el verdadero miedo, no es la marea en sí, sino su origen. Puesto que los zombis pueden variar de origen según convenga, he ahí uno de los secretos de su sobrenatural aguante a las modas.
En el período entreguerras, había dos temores indisolubles de la sociedad. Los avances científicos desataron toda una contracultura basada en el esoterismo. Era la época de la Golden Dawn, la ouija y el espiritismo. En definitiva, caldo de cultivo para un renacer de diferentes religiones animistas, exóticas, paganas y seductoras para una sociedad mutilada por la madre de todas las guerras. De entre tanta santería y chamanismo, destacó el vudú, auténtico furor entre aquellos que creían que Dios, y con él todos los valores afines, habían dejado al mundo de lado.
Esa misma guerra, también trajo una imagen nueva a la consciencia popular: la guerra de trincheras. Estar en un lugar, viendo venir un enemigo tras otro, indistinguibles, impasibles a la muerte de sus compañeros. Quedarse sin munición y pelear a brazo partido en un espacio claustrofóbico, entre el lodo, la disentería y los cadáveres, era lo más lejano a los cuentos de caballeros y espadas brillantes. La guerra de trincheras no entendía ni de honor ni de gloria, sólo de muerte. Matar, matar, matar y morir, y todo por nada. Pese a que la mitología árabe ya hablaba de zombis en la baja Edad Media*, bien podría decirse que los zombis ya estaban allí, pero aún no se habían visto tan de cerca.
La cosa aún evolucionó un poco. El vudú dio paso a una necromancia más sofisticada (Howard y Lovecraft tuvieron gran parte de culpa) y, finalmente, tras la Segunda Guerra Mundial, a la venganza per se. Llegó el momento en que los muertos se levantaban solamente para recordar a la humanidad que, si nuestra especie ya no valoraba el mundo donde vivía, ellos estarían ahí para heredarlo.
Luego llegó un nuevo giro. La medicina por un lado, con tanta investigación incomprensible y macabra (legado nazi); y la farmacia, por otro, nos han llegado hasta hoy como un miedo irracional sólo superado por el único ser por encima del hombre en la cadena alimentaria: los virus. Recientemente, y ya para acabar, la mezcla infame de todos estos elementos nos trae a los zombis de última generación: armas biológicas**
En resumen, esa capacidad de los muertos andantes de mutar su origen según la década; y su recreación como elementos totalmente opuestos a la humanidad hacen de ellos la más temible pesadilla ficticia a la que deba enfrentarse la humanidad. 

Su lugar en el imaginario colectivo está asegurado. Y el segundo capítulo de esta serie, también.
Manténgase alerta.



* De ahí la palabra ghoul, ‘necrófago’.
** BOW, en inglés. Cada vez más oiremos hablar de estas siglas.

1 comentario:

  1. Prèvia al comentari: aquest es realitza abans de la lectura de la ja apareguda segona part.

    Saps que sempre m'ha agradat molt el poema amb el que encapçales el text. El trobo sublim.

    Respecte els zombies, possiblement la seva "vigència" rau en el fet d'ésser els representants més fidedignes, si em permeteu l'expressió, de l'última por, la més terrible de totes: la mort i la descomposició total, física, mental i de l'ànima, de l'ésser que era. No tenen la capacitat per il·lusionar-nos amb vides eternes o la seva màgia per fer-nos creure amb esperits vitals o quelcom similar. Són els no-morts: ni vius ni morts, res de bo, tot dolent.

    Més enllà, però, també són la perfecta representació de la nostra societat. Qui no ha parlat de la massa social com a zombies? No hi ha cap més necessitat que, com bé dius, menjar i reproduir-se. És a dir, són una mena d'exèrcit d'éssers vagaregen fent sols allò que els "pertoca" però sense cap mena de raonament en el seu interior; la societat "perfecte" per als Grans germans. I potser per la por de veure que això seria una representació tan real de la realitat tampoc ens identifiquem, o ens volem identificar amb ells. Volem creure que nosaltres com a societat podem derrotar aquesta massa informe, perquè ens permet pensar que no som com ells.

    Trobo molt encertat el teu recorregut històric per mostrar com evoluciona el concepte de zombie al llarg de la nostra història com a societat.

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