sábado, 28 de agosto de 2010

Fugaz texto sobre la teoría del color

Los egipcios, además de ser gente muy simpática y pese a carecer de ninjas, llegaron a la conclusión de que más les valía usar determinados colores simples a la hora de policromizar sus paredes. Esos determinados colores, elegidos a modo de convenio, servían para representar tanto la versión idealizada de esos mismos colores como la incapacidad de representar un mismo color expuesto a lo que le rodeaba. De esta forma, una planta verde era simplemente pintada de verde estándar, y con eso de daba a entender que ese verde sería más oscuro por la noche, más claro por el día y etcétera. Como todo lo de los egipcios es difícil de explicar, más si no hablamos de OVNIs, pasaremos de ellos por ahora y llegaremos a Aristóteles quien, ya en su momento, relacionó ciertos colores básicos con los cuatro elementos. La cosa tuvo tanto éxito que siguió usándose hasta Newton, pasando por los mayas, los alquimistas y cualquiera que no tuviera problema en distinguir una manzana verde de una madura.


No es de extrañar que hayamos mencionado el verde. El verde es el color para el cual el ojo humano está mejor preparado. Además, está justo en el centro del espectro visible, cosa que facilita mucho el trabajo del cerebro, ese gran estafador. De hecho, la gente no pinta las paredes de verde para no tener que desviar constantemente la atención hacia ellas. O sí, por ejemplo en los quirófanos o en las consultas de podología. Tampoco hay que olvidar que el verde es antitético del rojo. Ya sabéis, sangre, sexo y rock'n'roll.






La relación entre los colores y los ánimos es tan evidente que, o bien merece un blog entero, o bien casi ya ni la explicamos. O mejor aún, lo haremos con una cancioncilla pegajosa que nos retrotraiga a nuestra infancia:



A lo tonto, este anuncio es el equivalente a la Cocacola española. Podéis analizarlo frame a frame y ver que nada, absolutamente nada se dejó al azar allá a principios de los 80. Incluso, podéis establecer una relación directa entre la teoría del color de Goethe y este en-tra-ña-ble anuncio. Casi nada.

Como es perfectamente posible que algunos de vosotros veáis los vídeos sin leerme, aquí va otro. Es algo tan sencillo como una cámara que detecta el color que viste el cliente para, con esa información, venderle/aconsejarle algo acorde. Gentileza de IBM, que parece haberse tomado lo de los colorines algo más seriosamente que no Apple o Nintendo.

¿Adónde queremos llegar? A ningún lugar, la verdad. Ya hay muchos que han tratado el tema (recomendación) y no seré ahora yo quién descubra nada nuevo. Pero es un tema interesante, al que bien le valía dedicarle un ratito. Gracias por venir.

martes, 24 de agosto de 2010

Ser ateo es una mierda

Albedrío es un blog de opinión heterogéneo. Quien pase por aquí se arriesga a encontrarse de tanto en cuanto algún artículo sesudo con un título llamativo que raramente podrá posicionarse adecuadamente en las listas de resultados de Gúguel. Como éste, por ejemplo, que además contiene vocabulario malsonante y una temática peliaguda y que puede dañar la sensibilidad de alguno de nuestros lectores.


- ¡Manzanas! ¡Manzanas del saber a granel!


Pero antes de nada, la ineludible disertación entre ateo y agnóstico: el primero rechaza y el segundo no sabe, no contesta. 
Dicho así ¿a que no era tan difícil?


Hay quien cree que ser ateo significa dar la murga constantemente a los teófilos, rebatiéndoselo todo. Quién más, quien menos, tiene una historieta sobre aquel día que le pararon por la calle para ofrecerle 'La Atalaya' de marras y cómo se deshizo de ellos gracias a su elaborada retórica (quizá siguiendo estos consejos) Añádase que la mayoría de ateos de andar por casa (normalmente casas ajenas) esgrimen la Paradoja de Epicuro como un argumento supuestamente invencible, cuando realmente se trata de un sencillo conflicto generacional estándar o, más fácil aun, un simple problema de lógica. También hay quien opina el comunismo fue un gran invento y que Juan Pablo II era una buena persona (llamémosle la paradoja Wojtyla); o quien está hasta las narices de las jerarquías y trabaja en una multinacional diabólica. La congruencia es una virtud trasnochada en los tiempos que corren, ya sabéis.


Pero no, nada de todo eso. Ser ateo es otra cosa. Mucho más difícil.


El ateo practicante debe comprender, de una forma ciega y, leñe, dogmática, que su rechazo a la existencia de un ser invisible e intangible (como una tetera entre la Tierra y Marte) es una apuesta perdida. Su escepticismo implicará que nadie responderá mil y una dudas y, peor aún, que no habrá nada a lo que echarle la culpa de un montón de cosas. Empezando por ese jodido tabú universal que es la muerte. Porque ¿y si fuera verdad? ¿Y si hubiera, aunque fuera, una reencarnación en ardilla? ¿O tuviéramos tres vidas como Pacman? ¿O hubiera un cielo -con o sin estancos, según el gusto? ¿O un paraíso con vírgenes? ¿O un regreso a un nuevo útero desde el que naceremos en el Mundo-por-venir (jo, los judíos lo complican todo taaanto)?
- Buenos días. Tengo un mensaje de Dios para ti...veamos...oh, sí, parece ser que te odia.


¿Y qué le costaría al ateo, aun en la intimidad, creer en algo, aunque sólo fuera por si acaso? No fuere que llegado el momento apareciese un panteón entero riéndose y apuntando al ateíllo con el dedo...


Esa es la base. Añádesele -parafraseo a Sagan- que formará parte del 1% de la población mundial que no cree en nada, y que encima se cree con razón contra el 99% restante. Y que en vez de ir a misa los domingos -o ni eso- sufrirá horas y horas dándole vueltas a los grandes misterios de la vida y el Universo. Lo que es peor, tarde o temprano llegará a la conclusión de que casi todos los males son culpa del ser humano; o de que el azar no existe y sí larguísimas ecuaciones de las que desconocemos casi todas las variables.
- ¿Y tú qué sabes? ¿En qué momento exacto mi cabeza se parte contra la pared?

Además, el ateo está desarmado: no puede hacer apología del ateísmo. No puede rebatir los irrebatibles argumentos de los creyentes. Debe llevar todo eso por dentro, como una maldición latente que le hace dudar, dudar y dudar constantemente. Encima con nuestro lenguaje y costumbres, sumergidos durante siglos en la tradición judeocristiana. Viendo que las cosas son así porque sí, y que el devenir del día a día es despótico y malcarado. Que el mundo es maravilloso, pero está hecho una mierda y no habrá quien venga a arreglarlo por nosotros. Que cada acción abre un árbol de consecuencias, pero que no hay ni perdón ni justicia poética por los errores .
- Tocado por Su fideizado apéndice.


Uno debe mostrar voluntad de hierro. Acostumbrarse al resentimiento y a asumir respuestas intrapunitivas ante sentimientos de culpa. A no aferrarse a esoterismos científicos. A ser, de la forma más estricta posible, tú mismo, solo ante la dichosa magnitud del Cosmos. A envidiar íntimamente a aquellos que dedican su fe sin esperar nada -salvo paraísos, vírgenes y demás- a cambio.


Quizá el ateísmo sea la forma más compleja de Albedrío. 
Quizá el ateísmo nos haga libres.


Pero en cualquier caso, mostrad un profundo respeto por ellos, pues suyo es el difícil camino a oscuras por la vida. Eso sí, entre la oscuridad es donde nos topamos con las más maravillosas sorpresas...


Calvin y Hobbes: dogma versus axioma
- Sabes, no creo que las mates sean una ciencia. Creo que son una religión.
- ¿Una religión?
- Sí. Todas esas ecuaciones son como milagros. Coges dos números y cuando los sumas ¡mágicamente se transforman en un NUEVO número! Nadie puede decir cómo ocurre. Puedes creértelo o no.
-¡Todo este libro está lleno de cosas que han de aceptarse por fe! Es una religión!
- Y en las escuelas públicas, ni más ni menos. Llama a un abogado.
- Como ateo matemático, debería estar eximido de esto (esta asignatura)

Concluyamos. Ser ateo es una mierda. Si te mueres, te jodes*. Pero quizá sea la única forma de darle a la vida humana el valor que se merece. Quizá sea el último y tortuoso paso para deshacernos de un legado de mitología y superchería. Quizá...aunque...¿y si...?




* Es un simplismo, pero creo que captáis el mensaje. De hecho, todo el texto es de una simpleza mayúscula, que espero sepáis matizar con vuestros comentarios. Yo pongo la lechuga, y vosotros, si os place, hacéis la ensalada. Gracias por venir.

viernes, 6 de agosto de 2010

Deshaciendo el ovillo de la tauromaquia

"Creo que existen considerables evidencias de que las corridas de toros son una práctica cruel que inflige de forma pública un dolor atroz a animales inocentes y sintientes."
Dalái Lama

Siempre es recomendable, a la hora de resolver un conflicto, retrasar las posiciones de ambos bandos hasta un lugar común. En el caso de la tauromaquia, ese punto está más o menos entre Creta y Atenas, donde la tauromaquia cretense, como rito de iniciación, parece un lugar de partida idóneo. Todavía se debate si ese rito atañía sólo a hombres casaderos o también a mujeres, ya que sobre la sociedad cretense -la talasocracia- no sabemos todo que lo nos gustaría saber. En cualquier caso, el culto al toro como elemento primigenio, como animal salvaje domesticable y símbolo de bonanza, ya vino heredado de las sociedades transitorias del nomadismo al sedentarismo algunos milenios antes. 
De hecho, si me permiten el apunte, el toro, junto al gato, es indisoluble de la historia neolítica del litoral mediterráneo, de la misma forma que lo son el cerdo y el perro en el norte e interior de Europa.

Por ahí en medio nace la leyenda del Minotauro. Leyenda para nosotros. Para la arcaica Atenas, hija desheredada de la minoica Cnosos, era más que cierta. Toda una recreación de los tiempos previos a la consolidación de la polis continental y al colapso económico de la isla, cuando la primera aún rendía tributo a la segunda.

Rápido resumen: Ariadna era la hija de Minos, rey de Creta. Gracias a un ovillo de lana que ella misma urdió y una espada consigue que Teseo, hijo pródigo de Atenas de quien se enamora, pueda salir del laberinto (del griego λαβύρινθος y de ahí del griego clásico λάβρυς, que era el hacha de doble filo minoica) después de matar al Minotauro cuando éste dormía.
Posteriormente, Teseo abandona de mala manera a Ariadna en una isla, donde es rescatada por Dionisios con quien posteriormente, tras varias tribulaciones, se casará y será eternamente feliz en el Olimpo.

Cómo puede ser que Teseo haya pasado a la historia como un héroe, tras matar al minotauro (hermano de Ariadna) mientras dormía y gracias a Ariadna, a quien no sólo le corresponde su amor sino que además la abandona, es un misterio para un humilde servidor. Lo que es evidente es que Teseo no reúne las virtudes heroicas clásicas, quizá por no tener sangre olímpica en sus venas. A efectos prácticos, Teseo bueno, Minotauro malo, aunque parece que valdría la pena reinterpretar el mito otorgando al mediobravo un aura de monstruo incomprendido a lo Bestia Disney/Fantasma de la Ópera/Jorobado de Nôtre-Dame.

Sea como fuere, los helenos introdujeron el culto al toro en la península a través de su colonia Ampurias (mercado y de ahí la palabra 'Emporio') donde se sincretizó con los cultos de los íberos indigetes de la zona. Si bien es evidente que la tauromaquia cretense ya no se practicaba como tal, a buen seguro que ciertos festejos incorporaban al toro como elemento, bien como participante o bien como sacrificio. El toro era un icono de fertilidad y poder, símbolo del propio Zeus, y como tal era adorado.

Ahora, permítanme una sutil elipsis de casi 25 siglos hasta la época de Goya. La Ilustración pasó de puntillas por la península, los franceses malvendieron Florida, Fernando VII fue un soberano gilipollas y nuestro ídolo patrio, el Timbaler del Bruc, es tan real como Curro Jiménez o tan irreal como Águila Roja, pero sin serie propia. Ahí la Iglesia y la Autoridad Pertinente ya defendían las corridas tal y como las conocemos ahora. Es decir, un espectáculo machista y sangriento amparado por una retórica pútrida que habla del Respetable y el Entendido, el bravo Astado y el Matador -creando una mitología propia de Coliseo romano.




Es importante destacar ciertos aspectos. Primero, que in-du-da-ble-men-te existe una estética en el arte de la Tauromaquia, avalada por antagónicos contrastes. El torero, en su traje de luces; el toro, negro como la oscuridad. El hombre y la bestia. Lo urbano y lo rural. Dios y la Naturaleza. La espada y los cuernos. El temple y la furia, los linajes de toreros y las estirpes de toros. El entrenamiento y la crianza. En toda regla, una completa metáfora capaz de abarcar desde la España feudal hasta la España de Buñuel.

Segundo, se aprecia que el toro posea trapío -carácter y estampa. Durante la suerte de varas se valorará la bravura del animal, que deberá arremeter contra el picador y el equino. Su agilidad y constitución serán claves en la suerte de banderillas, donde un toro débil o mal alimentado se rendiría. Finalmente, el toro debe humillarse -bajar la bien la cabeza- ante el torero a cada pase de capote, sea de verónica, natural u otro tipo; a la vez que ose sin reparos -sin dudar, sin dar pasos atrás- embestir el engaño del torero en su suerte final (llamada suerte de matar, sin más). En total, quince minutos donde sólo los mejores toros pueden ganarse el preciado indulto y jubilarse como reproductores para perpetuar su herencia. Si no se gana tal gracia, se agradece que se trague su muerte, oséase, que muera con la boca cerrada. Al profano, debe decírsele que cada toro se divide en tres tercios que a su vez se dividen en las distintas suertes, pero tampoco estamos aquí por la labor de enumerarlas todas.

Sin embargo, como en todo duelo entre nuestra especie y la fauna, nuestro atrofiado estómago juega un papel clave. El toro, durante las horas previas a su milla verde particular, se le encierra a oscuras y en silencio, para que el rugir del coso -la plaza, la arena- lo sobreestimule. Son práctica común también atarle lastres al cuello, untarle grasa en los ojos o usar algún tipo de urticante en las patas. 
Esa especie de ankus o lanza que lleva el picador lleva generaciones de ventaja a la hora de desgarrar el entrecostillar del bicho. El caballo, antaño elemento también adorado, raramente vivirá más de un puñado de corridas, víctima de daños internos cuando no directamente empalamientos. La barda de mimbre que los protege es absolutamente inútil, y su único fin es evitar que el público vea las heridas que el toro le produce cuando el picador lo rejonea. Parece ser que el sufrimiento del caballo sí preocupa a los asistentes.

No hay que olvidar en ningún momento que el toro es un herbívoro (como la vaca, leñe) y, como tal, su instinto ante una amenaza si no ha de proteger a sus crías, es huir. El dolor de las banderillas, de las cuales hay diversos tipos a cada cual más (se busca adjetivo), busca crear la antinatural reacción de atacar. Para rematar la faena, el estoque o espada debe seccionar al toro entre los omóplatos y llegar al corazón, cosa que requiere, todo sea dicho, una precisión quirúrgica que raramente se consigue, siendo más habitual que el toro muera descabellado, fruto del corte de la médula espinal y varias arterias vitales, ahogado en su propia sangre.

Recapacitemos. Si se tratase de salvar una tradición ¿podríanse, especula un servidor, sustituirse los daños al animal por algún tipo de sensor electrónico, tipo esgrima? y el torero ¿no merece acaso también una protección más adecuada?
Añádase ¿es algo valioso la tauromaquia como para exportarla? Si bien en casi toda Sudamérica se prohibieron a principios del s.XX, están en boga en China y otros lugares allende Europa (en Texas, cómo no). Por exportar tradiciones, que sean las Fallas, los castellers, la moda ibicenca, la paella y las lesiones de Kaká. 

28 de julio de 2010: Diecinueve años más tarde que Canarias, el Parlament de Cataluña, siguiendo una ILP (Iniciativa Legislativa Popular), prohíbe las corridas de toros a partir del 1 de enero de 2012.
Esa ILP, sin ningún interés nacionalista (véase íntegra aquí) consigue miles de firmas en pocos meses, entre ellas la mía en Portal del Ángel. Numerosos colectivos internacionales, como PETA, aplauden la votación. El domingo siguiente, en la Monumental, suena Els Segadors y José Tomás besa la senyera. Cualquier día el Tito Paco levanta la cabeza y se pone a dar clases de catalán en la Pompeu. 

Hasta aquí la historia de la tauromaquia, resumida en quince minutos. De pequeño, veía corridas de toros cada domingo por la tele, una Elbe, con mi padre. A él le chiflaban. Pero en el siglo XXI, pese a su antropológicamente interesantísimo origen y pervivencia, ya no hay lugar. Lo siento.

Eso sí, como prohíban el boxeo pillaré tal cabreo que en vez de quince minutos le dedicaré doce asaltos al tema.

Como siempre, gracias por la atención. En Albedrío que cada cual haga lo que le plazca, pero basta de torturar animales por capricho. Vale que a partir de San José se puede comprar carne de lidia en La Boquería, pero no creo que sea algo crucial en nuestra dieta. Si diera para hacer foie... ¡pero al menos las ocas no mueren en público!


- ¿Conejo a la brasa?
- ¿Pato a la naranja?




Podéis insistir en el tema siguiendo los diferentes enlaces sembrados por el texto y con la siguiente selección de bibliografía internáutica, donde no he tenido reparos en enmerdarme con lo peor de cada clan:

Tipos de lances:

Enciclopedia taurina:


El trato al toro en la corrida:



Los que iniciaron la ILP en Cataluña:

En la wikipedia, todo bien explicadito:

Portal colombiano de tauromaquia, allá ustedes:

Un blog que también trata del tema casi como aquí:

¿Sufre el toro?

jueves, 5 de agosto de 2010

Gótico y veraniego

Pese a que hablar de moda gótica implicaría profundizar previamente en mil y una variantes (el glam, el cyberpunk, los siniestros...) será mejor que nos zambullamos directamente a la piscina para obtener un artículo refrescante. 


Para los gotiquillos de la calle Tallers los problemas del verano se reducen a unos pocos: hace calor y hace mucho calor. Y como hace tanto calor tienes que guardar la gabardina de polipiel en el rincón más lúgubre del armario, junto al jersey de lana que te hizo la abuela. Otro tema es que todo quisque está medianamente alegre, por lo que las retahílas emo sobre la levedad del ser no son bien recibidas. Además hace sol y la gente va a la playa. La playa, para quien no estuviera al corriente, es un lugar donde el rimmel y los tatus hechos con rotu tienen serios problemas.


A todo esto, y como es tradición en Albedrío, debemos recordar que lo importante es la actitud. Aun habiéndote leído todas las Crónicas Vampíricas (si te leíste los cinco te sobraron dos y medio) y sabiendo quien fue Béla Lugosi, si tu apariencia no concuerda con tu actitud habrás conseguido poco más que un disfraz. Y un disfraz muy malo y además fuera de lugar.


Este sabio y gratuito consejo es válido para cualquier cosa referente a la moda. La ropa debe llevarse con naturalidad, como si el look fuese fruto del azar matutino. Como si fueses así.


He aquí el otro gran consejo: más te vale asumir que en verano se ha de ser gótico y alegre. Y si uno se pone moreno, pues viva la melanina. Has de encontrar el toque sutil que delate tu gotiquismo a la par que no renuncies a las gracias veraniegas.


Veamos algunos ejemplos. Las fotos pueden ser más o menos estrafalarias, para variar, que de eso se trata. Algunas son poco más que burdos montajes, pero si Vogue puede hacerlo ¡qué leches!


Destáquese que una de las grandes ventajas del gotiquismo y tendencias afines es esa osadía propia que permite, exempli gratia, llevar esos trikinis que aún nadie sabe bien cómo ponerse. Eso sí, las marcas del bañador que te queden serán bien curiosas...


Algunos elementos típicamente góticos, como las capas, pueden despertar nuevos usos en verano. Pueden usarse de falda, vestido playero ¡e incluso de capa misma! Sólo has de tener cuidado de no usar esa pesaaada capa de terciopelo sino alguna de una tela más ligera.


¡Bienvenidas al look gótico-desenfadado! 


Además, pueden introducirse nuevos elementos post-apocalípticos. Inspírate viendo la trilogía de Mad Max, por ejemplo (aquí o allí) .


Desempolva esos envidiables vestidos tipo sadocóctel y lúcelos al atardecer. Deshazte de tu novio. Brillarás como las estrellas si sabes jugar con los contrastes.


Llegados a este punto hemos de tratar un tema crucial: las botas. Son un problemón. Esas altas, negras y tachonadas botas de cuero habrán de veranear (lo contrario de hibernar) en el armario. Búscate unas sandalias romanas o algo que no te fermente los piececitos.


Con el tema del maquillaje, sé prudente. Un toque vale, y un retoque también. Pero como te pases harás un manchurrón que ni el Exxon Valdez.


Regresando al tema de los bikinis, la estética pirata es un buen remedio para no dejar de ser gótica en medio de la arena, los niños que chillan, las suegras comiendo melón, sombrillas asesinas voladoras, italianos, gordinflones con neverita, más italianos, Wally, colchonetas ballena, pelotas hinchables de Nivea, toallas robadas del hotel y todos esos elementos tan entrañables que hacen que nos preguntemos por qué no emigramos a Guinea Ecuatorial para gozar de semejante festín sinestésico cada día del año.


Poca cosa más. Así, tal cual. Sin efebismos ni esnobismos, la moda como nunca te la cuentan, aquí, en Albedrío.


Gracias por venir.


- Jo, tía. Qué desastre.
- (sollozo) Y el próximo irá sobre los 90s...