Mientras preparaba el futuro artículo sobre la Guerra Fría (a veces veo F117s...) me encontré con esta foto, con fecha de 1922 (mismo año en que Carter y Carnarvon encontraron la tumba de Tutankamón):
El tipo de la izquierda, "policía de playa", controla que los bañadores lleguen a menos de seis pulgadas (15 cm.) de la rodilla. La foto está tomada en alguna playa anónima de los EEUU, quizá la misma donde más adelante se rodaría Baywaych.
Las siguientes dos imágenes, así veréis por dónde voy, son de la década de los 80:
A la izquierda, bañador de cintura alta (ella es Elle McPherson, con 23 años) y a la derecha un bikini-V. Sports Illustrated nunca ha sido una revista de tendencias (ni siquiera con aquellas fotos de Leticia Casta en Kenia) así que más o menos lo que se ve en la portada es lo que se llevaba por aquel entonces.
Los chicos, machos, hombres de a pro, vestían para los rituales playeros de apareamiento ( !!! ) de esta guisa:
Bañadorcillo tipo slip de spandex. Los de la foto son de la marca Speedo. Todavía se usaba el mismo bañador en la playa que en la piscina. Salvo en Marbella, en el resto del mundo ya estaba bien visto no presumir de pelamen en el torso, aunque ahí cada cual. Por estos lares, estábamos a lo Verano Azul.
Otra opción muy de la década eran los pantalones tipo Meyba, que se actualizarían en los 90 (e-vi-den-te-men-te es una barbaridad generalizar así las décadas y las playas, pero yo sé que no os apetecen muchos matices)
Ahí el daño ya estaba hecho. Se balcanizó el mundo del bañador masculino: o playa o piscina. La ola de estética surfera empezó a tsunamizar las playas y los bañadores de chico empezaron a alargaaarse.
Al final, la catástrofe (David Beckham, a la derecha) en forma de calzoncillo debajo de bañador por debajo de la rodilla por debajo de la sensatez. Existen varias teorías sobre el porqué de semejante absordidez, aunque todas parecen tener algo que ver con la reafirmación de la masculinidad, los genitales o ambas cosas a la vez. O lo que es lo mismo, el rechazo a uno mismo, la sumisión a un canon de belleza despótico y la decadencia del espirógrafo.
Lo del espirógrafo viene a cuento. Es un juguete fantástico para enseñar matemática fractal. Pero sacar buenas notas y aspirar a ser astrónomo no es una buena tarjeta de presentación para un adolescente. El chaval que planea ligar en la playa (el Santo Grial de la pubertad) debe consolidar su imagen de machote-dotado-engreído, y eso sólo se consigue burlándose del gordito del grupo o creando una vana asociación de ideas entre el tamaño de su bañador y el de su pene. En cualquier caso, un desastre mayúsculo (o minúsculo, según sea el caso)
Al final, la playa, que es uno de los más preciados derechos civiles de las democracias modernas, ha vuelto a transformarse en el campo de batalla de las clases y los estatus.
Pero todos sabemos cómo debería realmente disfrutarse.
Para acabar, os dejo unas curiosidades y unas palabras finales.
Primero, otra foto de Elle, pero en este caso con una idea (bañador topless+camiseta) que nunca cuajó (dudo que alguien lo intentase)
Y finalmente, otra atrevida propuesta de traje de baño
(¿Por qué los diseñadores de swimwear masculino no osan nunca a nada?) complementada con un pareíto de la misma tela. Quizá no llegue a nada serio en el mundo real, pero desde Albedrío agradecemos todo tipo de albedriadas de este calibre.
Barcelona, Sitges y Salou encabezan la lista de ciudades catalanas que han abierto la veda al "incivismo" y recomiendan a sus turistas vestir camiseta por la calle. Por otro lado, Barcelona y El Vendrell (al ladito de Salou) vetan burkas y similares en espacios públicos. Seguro que desde un punto de vista conservador, es una idea fantástica. A mi me parece renunciar a demasiado, pero como he conseguido acabar el artículo sin disertar sobre el efebismo y el esnobismo imperante en el mundo de la moda, ya me doy por satisfecho.
Muchas gracias por la atención.
Quizá no sea el más adecuado opinador para esta entrada, pues mi admiración por la playa es más bien escasa. Me molesta el exceso de sol y calor e incluso, en este caso, la mayoría de la gente. Ahora bien, en buena compañía en lugar más bien poco concurrido (si fuese posible) y a poder ser mejor de noche que de día, es una grandísima oferta.
ResponderEliminarDespués de esta larguísima introducción exculpatoria podré decir algo, espero, a vuetra interesante entrada.
Ya que hablamos de moda, volveré a reconocer que estoy, y me encanta, "demodé". Me gustan las bermudas largas (pero discretitas, si se puede pedir), cuanto más mejor. Lástima que ya no se encuentran. Vaya hombre! Todo vuelve menos esto.
Es curioso ver como ha evolucionado a lo largo del siglo la moda de baño (concepto susceptible de interpretarse para otros menesteres) bastante pareja, como todo, a la propia evolución del pensamiento (o falta de éste) humano.
Curiosamente hoy leía una noticia respecto a la interpelación de una edil del Ajuntament de Barcelona a unos nudistas transeúntes playeros ( http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20100702/53956072588/por-que-van-desnudos-ciu-barceloneta-barcelona.html ).
Quizá soy un tradicional que cree que la playa es un maravilloso escaparate, por idílico lugar natural (obviar Benidorms y similares, y pensemos en las playas de nuestros sueños -incluso en la isla de Lost-) para lucir la belleza del cuerpo humano; pero también por tradicional me gusta más imaginar que verlo todo de golpe (vamos, como entre el erotismo y la pornografía -aún recuerdo, de hecho lo conservo, vuestro texto referente a la "gorda y fea "x""-).
Solo un comentario final: siempre me ha parecido un insulto muy interesante el de "chulo-playas" y su categoría más degradante de "chulo-piscinas".
Ultimamente he estado "googleando" por entradas como "trajes de baño apretados", "bañadores ceñidos" etc., porque desde hace algún tiempo me picaba por rebelarme del short y la bermuda y sentir la caricia de la tela sintética en la entrepierna. Y lo que he encontrado es más o menos lo mismo: que si se marca el paquete, que hay que estar bien dotado, que si se tienen "michelines" ni pensarlo, etc. Pero nadie te habla de la funcionalidad, creo que olvidaron que el utilizar telas sintéticas pra entrar al agua tenía su razópn de ser.
ResponderEliminarY finalmente lo comproé: en mi último paseo a la playa, a pesar de ser el menos muscoloso y el más guatón del grupo, fui también el único que llevaba un bañador apretado (cuadrdo, tipo boxer, tampoco iba a hacer un espectáculo de mi mismo). Y realomente la comodidad es inigualable, el nylon se ajusta como una segunda piel, nada de sentir el lastre de la tela húmeda, de la arena en la entrepierna o de las bolsas de aire. Sumale a eso que un bañador sintético es de fácil secado y ocupa menos espacio en tu mochila. Definitivamente el bañador ajustado va a estar conmigo cada vez que llegue la hora del chaupzón, la bermuda y el short playeros quedarán para el paseo por la playa y el mirar bikinis sin ser mirado. Creo que hemos olvidado cual es la función primaria de un traje DE BAÑO, que no traje de exhibición
Esos microbikinis brasileños que se ponen japonesas como la de la foto es un gran absurdo, para ir así mejor desnudarse directamente y así no dejar tan a la vista el enorme horterismo, las ansias de protagonismo y de llamar la atención y de intrinseca putez.
ResponderEliminarNadie medianamente equilibrado iría a una playa de esa guisa.
Grandes tiempos los de los bañadores de cintura alta, como el que luce Elle Mc Pherson en la primera foto, y tb los bikinis esos en forma de V.
ResponderEliminarEn mi opinión, se ha producido una involución.
No digamos ya en el caso de los tíos, con esas bermudas hiperhorteras y los bañadores hasta casi la rodilla.