Os dejo aquí, con todo el cariño, lo que no veréis mañana en el quiosco.
viernes, 30 de abril de 2010
miércoles, 28 de abril de 2010
El Reich Postporno era eso.
Últimamente digo mucho la palabra 'blog'. En frases tipo '...mi blog', '...en el blog' y similares. Así que prou. Más cuando hará días que no escribo en él. Justo sería decir que me he enmerdado en un proyectillo que verá su luz aquí, en...'mi blog'. Por lo que, sin preámbulos, pasemos al tema del día. Y hagámoslo en primera persona, y viva Maslow, y Pavlov, y Russell.
Resulta que tras leerme un quintal de capítulos de la autobiografía de Santiago Ramón y Cajal, obra fascinante, elegante, didáctica, simple y lineal, me he lanzado atigradamente al lomo de dos libros. Deduciréis que hoy, en el menú, hay dos tazones de puré-chof. Digirámoslos.
Primero, "El Reich de los Mil Años", de Jesús Hernández, en la esquina izquierda, con calzón rojo y tres libras de peso. Puesto que Don Jesús tuvo el magnánimo detalle de prestarme el libro antes de su salida al mercado, le colgué a plazos en su blog una crítica amistosa del mismo y luego intercambiamos impresiones ad personam.
La tapa da un pelín de repelús, de rechazo. Sin embargo, tras ella, aparece un curioso paseo, capítulo a capítulo, del '33 al '45, sobre el día a día de los civiles en la Alemania nazi. Claro que se mencionan a un montón de mandamases y batallitas por el camino, no sea que el lector se pierda en la cronología, pero la gracia del libro es esa visión mundana y prosaica de los hechos. Sin un protagonista definido -no es una novela- nos transporta a la conciencia colectiva alemana y como ese señor bajito de bigote montó el pollo más grande jamás concebido de todo el siglo XX.
El libro, que tiene un trabajo documental enorme, nos habla de las tretas de la cúpula nazi para pervertir a la plebe (bajar el precio de los volkswagen y subir la gasolina, exempli gratia), el doble rasero para medir casi cualquier cosa (sea la genealogía, sea el precio de la harina) y como todo aquel caos absoluto (la improvisación organizada) cuajó en la racional mente del pueblo alemán. Lástima que el libro flojee al final, omitiendo desarrollar conceptos como el Volkssturm o el Werwolf. A cambio y de camino, nos ofrece pasajes la mar de pedagógicos sobre sociología, propaganda y manipulación de masas. Todo eso sin olvidar que, pese a las pretendidas bondades del Reich, los nazis seguirán siempre siendo los malos malosos; sin caer en el academicismo propio de la bibliografía de la 2ª Guerra Mundial; y obsequiando por doquier las anécdotas más variopintas.
Me lo he pasado pipa con este libro, aunque también he pasado un poquito de miedo. El autor en ningún momento le dio al texto aire profético, pero es fácil que en el autodebate del lector surjan símiles con los tiempos contemporáneos (así, en plural).
Lo del miedo nace de ese momento en que estás leyendo algo y ¡leñe! algo deformado cobra sentido sin tenerlo, de forma visceral. Como en la peli "La Ola", cuando prevés se acerca el final y el guión es irresoluble, obligando a la trama a invocar un Deus Ex Machina para poder pasar a los títulos de crédito. Pues lo mismo. Es ese miedo fascinante, a lo Dragon Khan o, aún más fácil, a lo Barco Pirata de feria con una jaula en la popa. Ese miedo a la atracción, el imán de lo rechazable, produce un cosquilleo vicioso en las vísceras que desencadena una gratificante animalidad en el individuo.
Al otro lado del ring, uno de mis regalos de Sant Jordi: "El postporno era eso", de María Llopis. La regaladora me dijo que tenía vista a la autora de allí y allá de cuando vivíamos en la frontera del Raval y el Gòtic (el Aqueronte barcelonés), cosa que me da algo de pena y demuestra que soy un pésimo fisonomista. De hecho, me llevo cada susto por las mañanas...
El libro está escrito a lo diario/bloguero y narra las tribulaciones de la artista/autora y su vida porno/amorosa reciente. Paso a paso, se ve obligada a intentar explicar qué es el Postporno y cuál es su razón de ser. También nos deleita/aburre con un largo elenco de drogas y situaciones fetichistas, performances abominables y obras e intervenciones deliciosas.
A Llopis he de agradecerle, desde la invisibilidad, haberme devuelto el interés que tenía aparcado casi desde el Inframundo (o quizá El Perfume) sobre la teoría de las morbosidades humanas y la influencia de la sexualidad como lubricante de los engranajes de la maquinaria social tanto al detalle como al por mayor (o llámele usted como le plazca, buffet libre de eufemismos)
Del libro me gusta un 60%, me molesta un 40%, me fascina un 20% mezcla de lo anterior y me horroriza un 10% añadido, cosa que podría explicar de forma estadística por qué hay tanto esto-barra-lo otro a la hora de describirlo.
Ni siquiera sé si es un libro recomendable. Pero me lo he tragado bien bien a gusto (a veces pasa lo mismo con las pelis de zombis, como por ejemplo la trilogía de "Feast")
Respecto al tema que trata, quizá sea prudente dedicarle un post entero más adelante. He de ordenar algunas ideas y disertar conmigo mismo sobre lo clásico y lo moderno. Pero sí es curiosa -de nuevo- esa sensación de morbo-temor ante la posibilidad de que se deshaga el ovillo y halles ante ti una verdad prístina tan incómoda que tu espongiforme cerebro no sea capaz de aceptar ni rechazar sin autoflagelarse en el proceso. Porque si le das sentido a una irrealidad irracional, la Realidad Racional se transforma en un ogro irascible.
Y ese ogro se asoma a cada rato para recordarte que, si no hay guión, no puede aparecer del cielo/techo un Deus Ex Machina que lo resuelva todo y deje las cosas tal como eran antes de ser lo que han llegado a ser. Si ambos autores fueran conscientes de lo similares que son en esencia y en los sentimientos que transmiten, ellos también verían al ogro por el rabillo del ojo...porque si una vez dijimos que el mal atrae, valgan los dos citados libros como buena muestra de ello.
Bienvenidos sean.
Al final, un servidor llega a casa y, por no hablar de la leche de brik, se dedica a parir frases cancerberas, subordinadas monstruosas de gargantuesca cola y alas amurcielagadas para hablar de libros que, bien vistos, quizá hubieran merecido una reseña más sencilla. Buenas noches, de aquí a la piltra.
martes, 20 de abril de 2010
Una filóloga catalana encuentra los poemas perdidos de Quevedo, hasta aquí todo normal
Sin alabar las virtudes cinematográficas del citado director (ni las literarias del escritor, por supuesto), permítanme dedicar el presente artículo a esa fascinante y desconocida figura que es el buscador de libros.
Pero, como siempre, existe una verdad oculta que la Humanidad no puede conocer. Cuando Guillermo de Baskerville, allá en el siglo XIV, defendía que la mujer posee alma y por lo tanto, puede leer las sagradas escrituras, sabía muy bien a qué se refería. Él también fue un gran buscador de libros, y seguramente entabló contacto con alguna buscadora de libros de la época, suponiendo que no fuese iniciado en el oficio directamente por una.
Porque esa es la gran verdad del asunto. Las buscadoras de libros también existen, y están entre nosotros. La tradición se remonta, como pronto, a la época salomónica, cuando la Reina de Saba visitó Jerusalén para comprobar in situ el estado de las Tablas de Moisés.
Cleopatra VII defendió la obra de Plutarco de Queronea ferozmente. Posteriormente, Hypatia de Alejandría luchó por salvar los restos de la biblioteca pública local (véase esta fidedigna reproducción de los hechos) y no fue casualidad que Leonor de Aquitania enseñase a sus hijos idiomas y acompañase a su marido, Luis VII, a la 2ª Cruzada, pasando por Antioquía y Kerak, fortalezas templarias.
La historia sigue por sus derroteros campo a través hasta llegar a la era contemporánea. Las quemas de libros de la Alemania nazi, las purgas en la Rusia estalinista y la Revolución Cultural china fueron escenario del trabajo de los mejores y más osados buscadores de libros. Sin embargo, si papel de los buscadores de libros era ya desconocido, el de las féminas dedicadas a tal oficio siguió en la más oscura de las sombras.
Un oficio que nunca ha dejado de ser tan peligroso como fascinante. A todo el repertorio clásico de problemas asociados a buscar algo que no quiere ser encontrado o a encontrar algo que no debe ser buscado (véase alteraciones del espacio tiempo, veneno, falsificaciones, secuaces que te quieren matar y villanos megalómanos) habrá que añadir la siempre difícil lidia con los elementos naturales (gusanos comelibros gigantes, ratas radioactivas, murciélagos asesinos, moho carnívoro y lluvia intensa con vientos de componente norte)
Durante la exhausta y rigurosa investigación llevada a cabo para el presente artículo, cuyo único fin es descubrir la verdad, darme fama mundial e irme a hacer la comida, tuve la ocasión de conocer a tres de esas buscadoras de libros. He aquí sus historias:
El personaje de Lara Croft está inspirado en Lady Lara Arianne Carnarvon -descendiente de George Edward Stanhope Molyneux Herbert, quinto conde de Carnarvon. En la imagen adjunta, durante su expedición a Nicaragua en busca del Códice Petroglífico del Barbecho Astral Maya, escondido en el siglo XVI en un laberinto subterráneo para salvarlo del inquisidor Diego de Landa.
También se le atribuye el rescate en Karnak de los anexos Tercero y Cuarto del Libro de los Muertos; y del incunable de El Quijote de Avellaneda en las criptas de El Escorial (donde se especula sobre la homosexualidad de doña Dulcinea del Toboso) entre otros.
Más desconocida para el gran público es Sophie Elvira Vladimirovich. Tiene un talento innato para los problemas y una mochila con forma de oso de peluche llena de soluciones.
Halló la única copia existente de "Estrategia Lapidaria", la ignota obra maestra de Santiago Ramón y Cajal (véase el capítulo XIV de su autobiografía) y ello le costó una persecución a vida o muerte por parte del Mossad israelí, que intentaba evitar que Hamás tuviera conocimiento de la existencia del libro.
Gran conocedora de la literatura del Este, consiguió salvar el manuscrito con el final auténtico de "Anna Karenina" de las garras del SVR ruso (antiguo KGB). También le valió otra persecución hollywoodiense, esta vez de nuevo con los israelíes, con mucho bangbang y bumbum, una edición sin publicar de "Die Verwandlung", donde Samsa es un erizo rosa de dos metros y pico de alto y tiene pensamientos sionistas.
A día de hoy se sospecha que ronda por el Cáucaso, aunque se desconocen sus objetivos allí. Pero si la encuentra y la reconoce, quizá pueda contratarla.
La tercera en liza es una filóloga catalana, María Hernández (podría ser un alias) que ya se apunta el éxito de recuperar poemas inéditos de Francisco de Quevedo tras una búsqueda de infarto en la ciudad portuguesa de Évora. Allí tuvo que vérselas con Illuminatti, Tenebratti, Descerebratti y una secta lusa de forofos de Góngora ataviados con folclóricos trajes de época y armados con alabardas. Os adjunto un retrato robot gentileza del BOPE.
Al regresar tuvo su minuto y medio de gloria (véase allí, allá, acullá y, sobre todo, aquí), aunque podéis comprobar que la historia ha sido algo retocada por los medios.
Ya sabéis como funciona todo esto: la Humanidad no debe saber según qué cosas.
Pero vosotros ya sabéis la verdad. Las buscadoras de libros existen.
...Y quizá estén acechando algo que tenéis en vuestra estantería...
viernes, 16 de abril de 2010
Todo lo que mola
Fantástico. Corrían los '60 y podría decirse que desaparecía el binomio cultura-contracultura para atomizarse en mainstream (corriente general) y un millón de cosas más, donde ese millón de cosas alimentaba a la primera casi sin excepción. Aparecían las pintadas modernas (dicho así para no hablar ni de los romanos ni de Altamira) en Nueva York y el mundo (que no incluía España en ese momento) vivía un maelstrom espiritual cuyo eco aún resuena, deformado, por doquier.
Pues esa cancioncilla con esa frase tan molona forma parte de la banda sonora de "Watchmen", película casi calcada del cómic de Alan Moore. A mí la peli me gustó mucho-mucho, lástima que no la ha visto casi-casi nadie. Entre otras cosas, porque es un poco "difícil" para el público ovejuno.
La que sí que ha visto casi-casi todo el mundo (y ahora sí se incluye la España de la Santa Siesta) es, redoble de tambores, "Avatar". No haremos ahora una crítica descarnada de la película, más cuando un servidor se estuvo tres horitas portándose bien en el cine, con las gafitas puestas, gozando del espectáculo de lucecitas y colorines.
Cuentan los que algo saben de cine, que al director, James "Titanic" Cameron, después de gastarse un billón de dólares (que no es tanto, pues tal como está el cambio billón americano-millardo europeo se pierden tres ceros) le entró algo de miedo con el guión. ¿Sería "Avatar" el nuevo "Blade Runner"? Dicho de otra forma: ¿sería una peli demasiado "difícil"? Por lo que, tras una serie de retoques aquí y allá, la película pasó a ser fácilmente asequible para cualquiera sin dejar de ser un filón de juguetitos, tazos y videojuegos.
Adonde quería yo llegar, era a esa mezcolanza de elementos molones que trae la película. Es decir, que todo mola. Los bichos son azules, color del mar y del cielo, visten a lo indio apache, son altos, felinoides, montan a caballo (o lo que sea eso) y siguen unos dogmas wiccano-tántrico-animistas que, para qué engañarnos, son lo más. Encima, el malo es muy malo y el bueno muy bueno, sale Michelle Rodríguez haciendo de sí misma (¿es que siempre tiene que hacer el mismo papel para cumplir el cupo de minorías?) y un montón de cosas que los aficionados a la ciencia ficción ya estamos hartos de ver pero que suenan a algo nuevo y mejorado. Y en 3D.
Resumen: todo muy molón. Y lo dicho, nada de culpar a Cameron por querer ganar tres titanics más.
Pero hay que tener cuidado con eso de que todo sea tan molón. Quizá en "Avatar" dé igual, pero hay cosas que no. Me refiero, siguiendo una indicación de Miquel Ros (una de esas personas que uno conoce en el lugar más insospechado) a "Zeitgeist" y "Zeitgeist Addendum", que han dado pie a un movimiento global (si es global, ¿adónde irán?) llamado Zeitgeist Movement.
Que alguien reúna todo lo que está en boga para recaudar en taquilla, como "Avatar", puede parecer como algo casí idiosincrático de nuestra sociedad (véase cómo hemos empezado el artículo). A fin de cuentas, el entrañable JRR Tolkien hizo lo mismo y le adoramos sin remedio. Son fruto de las tendencias y, de una forma algo retorcida, ofrecen a la sociedad lo que cree que necesita.
Pero de ahí a recaudar fondos, ah no, eso sí que no. Paso de una Nueva Acrópolis mundial o, lo que es lo mismo, de una nueva religión, sea del tipo que sea. No me gusta que alguien mezcle todo lo gusta con según que fines.
(Spoiler) Porque si juntas la presunta bondad nata del ser humano con la ecología, el feminismo, la tecnología espacial, la filosofía marxista-hindú, el ala radical de la UCD y el findelmundismo*, todo ello debidamente presentado por un par de viejecitos trasnochados con cara de pintar acuarelas en sus MacBook Pro, ¿qué te sale? Añádasele sedes y subsedes y ¿qué sale?
¿Y era necesario ponerle el nombre en alemán? Claro, si entendemos el exotismo que provoca a los americanos esa mezcla de eso-viene-de-europa más casi-lo-podría-entender. ¿Y usar como logo el mismísimo planeta Tierra? Más claro aún, ya que es algo con lo que nadie puede no sentirse identificado. ¿Y, y, y...? Y así, hasta mañana.
Yo no seré profeta, y no bajaré al metro con el bote de Kanfort a pintarrajear nada. Y me parece bien que en el mundo futuro de Venus Project (hermandado con Zeitgeist) no existan los abogados (yo también quitaría a los taxistas, pero ése es un prejuicio mío). Pero cuando se mezcla todo lo que mola para mover dinero, cuidadín. Salvemos el mundo, sí, por supuesto, entre todos. Tened recelo de los salvapatrias, vengan de donde vengan y venguen lo que venguen, no sea que suba la inflación a lo Weimar y de aquí dos días estemos con un himno nuevo.
Para desintoxicarme un poco, anoche me tragué "Earth 2100". Es efectista y findelmundista a más no poder, pero al menos no promete nada, ni paraísos, ni vírgenes, ni nirvanas ni...ni mundos sin abogados.
miércoles, 14 de abril de 2010
Parlem-ne!
Tenia previst un discurset sobre la importància de la llengua, citant la no-llengua d'Orwell i el fet de que l'ésser humà redacta els seus pensaments amb paraules, planifica les seves acccions amb paraules i malparla d'altres éssers humans amb paraulotes.
Però potser ja és hora de començar a posar fotos al blog, oi? Som-hi!
Sempre em pregunto com pot ser que certes faltes arribin a la via pública. Primer, qui sigui, ha de fer un esboç, que arribarà a qui paga, qui alhora donarà el vist-i-plau per enviar-lo a la impremta perquè l'últim mico de la cadena vagi i col·loqui l'anunci on correspongui per ser vist per milers de transeünts cada dia.
En aquest procés, on fóra bo que cadascuna de les parts implicades pogués corregir els errors comesos pels qui els van precedir, ens trobem que ningú té criteri per aturar la cadena. Un missatge amb l'objectiu de captar l'atenció del client potencial es transforma en un menyspreu envers aquest mateix client primer, la llengua segon i la pròpia empresa anunciant, tercer.
Us deixo veure un parell de fotos de la meva col·lecció particular, però creieu-me, tinc moltes més que potser penjaré més endavant. També agrairia que m'enviéssiu les vostres, sempre que vulgueu veure-les publicades i comentades.
martes, 13 de abril de 2010
Keynes y Messi
domingo, 11 de abril de 2010
Las cosas bonitas no se llaman así
viernes, 9 de abril de 2010
Empezar por donde sea
A lo largo del devenir de los tiempos, se han descubierto grandes ideas por casualidad. No está mal, siempre los hay con suerte, pero las más grandes ideas han sido fruto de la constancia, el tesón y el esmero, tres virtudes en franca recesión. Lo que es peor, perdemos tanto tiempo en busca de la gran idea que nos dé fama y fortuna que malversamos grandes ideas del día a día, que no dan ni fama ni fortuna pero sí un buen tazón de felicidad. De eso va la vida, de tomarse un gran tazón de felicidad para desayunar y otro para merendar. Si te vas a dormir muy tarde, pero has hecho los deberes, también te puedes tomar otro tazón antes de irte a dormir. Hasta puedes ir a Roma, si sabes qué camino tomar.
Cada año, miles de parejas viajan a Roma, enamorados y contentos porque la Ciudad Eterna, leída al revés, dice amor. Qué bonito. Creedme que a los habitantes de Akak (frontera de Gabón con Guinea Ecuatorial) no sólo no les hace ninguna gracia, sino que además añaden que si Roma fuera realmente la ciudad del amor, se llamaría Amor del derecho y no del revés, como sí ocurre en el condado de Love, Oklahoma.
El peor payaso del mundo quedó último en el concurso de peores payasos del mundo.
El peor payaso del mundo no hace reír a nadie, porque no tiene gracia ni lo que dice ni lo que hace.
El peor payaso del mundo está triste.
Ni lo que dice ni lo que hace tiene gracia porque no hace reír a nadie el peor payaso del mundo.
En el concurso de peores payasos del mundo quedó último el peor payaso del mundo.
En el fondo, lo de las cosas del derecho y del revés no es tan problemático como las paradojas. En especial esas sucias y feas paradojas que nos acosan, insultan y provocan día a día. Que si esto no porque si lo otro menos que si lo de más allá, tampoco y al final ná de ná, y paqué. Si nunca llueve a gusto de todos entonces ¿para qué rediantres llueve?
Llueve porque llueve.
Llueve porque el otoño no tiene memoria.
Llueve porque los alegres no tienen memoria.
Llueve porque los tristes no desean recordar.
Hay dos tipos de espirales: las centrífugas, propias de lavadoras y de temibles atracciones de feria sin piedad; y las centrípetas, que son las provocadas por paradojas. Es difícil no sentirse centripetado por tanta paradoja perra que te inmoviliza, somete y humilla. Nuestro alrededor, tan aparentemente dinámico, subversivo y campeón no es más que una fábrica de paradojas centripetistas. En fin, ya sabéis, que si sí porque sí y que si no porque no. También suena tan poco porque tampoco suena tan bien…
Pero ante todo, seriedad. Hay que ser serios. Sé serio. En serio, selo. Hay que ser muy serio.
El Libro Albedrío - presentación
El mal atrae. Puede ser de muchas formas. Hay quien le da por la parafernalia nazi, o la tauromaquia, las bandas callejeras, los piratas o las pelis de zombis. Todo el mundo tiene un mal que le llama y le tienta. Tú también, supongo.
Porque el mal atrae. No somos malvados, pero nos gusta vernos en un espejo de feria, disfrazarnos a oscuras y recrear algo que no dejaremos que ocurra. Se nos inculca en que el mal siempre pierde, pero nada nos impide compartir durante un ratito nuestro mal más íntimo con los más cercanos. Una conversación confidencial debe incluir como mínimo un intercambio de males privados, así como el respeto mutuo del mal ajeno.
Todo eso, porque no somos buenos. De hecho, no sabemos lo que somos, aunque tengamos la libertad de ser tan benévolos o malévolos como nos plazca.
Sería fabuloso poder decir que este blog trata de eso, pero yo no diría tanto. Este libro trata sobre cosas que no son ni buenas ni malas y gente que no es ni buena ni mala. Como tú, supongo. Como todos nosotros.
Existe un reino que tampoco es ni bueno ni malo ni está aquí ni allí ni va a ninguna parte. Son nuestros recuerdos, más los recuerdos ajenos, y las fantasías de unos y otros. Existe todo aquello que no hemos creado, que nunca hemos dicho y que raramente hemos soñado. Y quizá un trocito de todo eso quede plasmado en los hechos que han de acontecer.
Pongamos un ejemplo, así, a bote pronto. Me encantaría pelearme en pelotas, vestido sólo con unos guantes de boxeo azules. Primero me pelearía con mi novia, también desnuda pero con guantes rojos, pero luego también intercambiaría tortas con mi amigo, con todos mis amigos y con todo aquel que fuera desnudo y con guantes de boxeo. De hecho, cuando la excitación fuera máxima saldría a la calle a liarme a guantazos con quien se cruzase, y ese día todo el mundo iría desnudo y con guantes de boxeo. Como si fuera un dibujo animado, bamf!, punch! y plof!, sin hacer daño, sólo por oír onomatopeyas y repartir y recibir y jadear y sacar todo cuanto cada uno lleva dentro.
Y se acabó el ejemplo. En el mundo real las consecuencias serían un terremoto. El mundo real suele ser una mierda para según qué cosas. Pero yo tengo mis fantasías, que no son ni buenas ni malas, y mis ideas y pensamientos sobre un montón de cosas. Como tú. Como todo el mundo. Y hay quien no lo entiende y tanto me da. También me chiflaría subirme a un estrado y soltar un discurso sobre mis cosas y el debate del estado de la nación, por este orden. De pequeño quería ser astronauta. Tampoco creo que sea un bicho raro. O sí, un poquito, por qué no, mejor así.
Me gustaría contar cuentos. Y ya que no puedo hacer lo que me da la gana, me gustaría poder decir lo que me dé la gana. Ya está, hele ahí, aquí lo tenemos: bienvenidos a El Libro Albedrío.
Helo aquí
La historia es por todos de sobra conocida: un ser ficticio, invisible, intangible e inexistente que debe ser escrito en mayúsculas (como por ejemplo, éste) decidió darle a los humanos el don del Libre Albedrío, para que pudieran hacer con él lo que les viniese en gana.
A partir de ahí, todo fueron risas y buenos momentos. O no. O sí, al menos, menos en Dresde, Hiroshima y Chernóbil.
Los ángeles, en cambio, no tenían libre albedrío. Y como no lo tenían, no presentaron a su líder ninguna reclamación enérgica ni acabaron liándose a palos entre ellos para acabar con media plantilla en otro lugar con peores vistas.
Cuarenta mil años después de aquello, si hacemos caso de esa cifra dada al azar, un servidor se honra de presentarles este lugar, pequeño, entrañable y, para que engañarnos: invisible, intangible e inexistente.