viernes, 7 de enero de 2011

Prohibido permitir prohibir

¡Bienvenidos al Dos Mil Once!

Primero, un breve repaso a las noticias: el sorteo del Niño hace caer el Gordo en un barrio obrero de Madrid, donde se vendió décimo a décimo dejándolo muy repartido entre familias muy necesitadas y afectadas por el paro, que invertirán los beneficios en tapar agujeros. ¡Muy bien! Es la misma noticia de cada año, demostrando que las tradiciones se vuelven instituciones en seguida. Al final, con suerte, ya no quedarán ni barrios obreros ni agujeros que tapar y podremos disfrutar de San Pancracio y su perejil visitando La Bonanova, La Moraleja o Puerto Banús. Por otro lado, los polilocados SS.MM. los Reyes Magos de China trajeron de Oriente todo tipo de ilusiones de plástico, concienzudamente fabricadas en serie para los más pequeños. Y digo yo que es una suerte que vengan del Lejano Oriente, porque si viniesen del Próximo traerían piedras modelo intifada y bulldozers tipo colonia franja ocupada.

Inciso. Eso del 2011 me recuerda a esa bodriopeli escocesa que empieza con el narrador orando de esta guisa: "corría el año no se cuántos antes de Cristo..." ¡Guau! ¡Eso sí que es ser un narrador omnisciente!

En fin, que ya no se puede fumar en los bares. Uno se echa al gaznate el café con leche, se ojea La Vanguardia y sale a la puerta, con una sonrisa y un comentario tope halagador del gobierno en curso, a fumarse su cigarrillo. La nueva ley, que no prevé bajar los impuestos del tabaco nunca como si tal cosa hubiera sido alguna vez posible, deja un margen para que aún se puedan maltratar los pulmones en centros penitenciarios e internados psiquiátricos. Todo un detalle para dos colectivos privilegiados. La culpa es de las gasolineras. Ellas fueron las primeras en empezar esta movida. O quizá fueron los polvorines y arsenales. O los depósitos subterráneos de detritus radioactivos, no sé. Pero alguien tuvo que empezar, digo yo.

En Chicago está prohibido comer en un lugar que está en llamas. Pero a quién le atañe. En Texas está prohibido -bajo acusación de traición- tener más de seis vibradores.

Regresemos a este lado del Río Pecos, forasteros. A partir de ahora, los clubes de fumadores tienen permitido fumar, pero no servir bebidas. Por lo tanto, uno se fuma su cigarrillo, se lee su Vanguardia y sale a la puerta a tomarse el café con leche. ¿No veis la gran idea? ¡Yo sí!

No, no me refiero a la panadería-videoclub. Tampoco al Centro de Atención Primaria-burdel-siestas por horas.

La idea es montar un club de vibradores. Allí la gente podría tener siete u ocho, diferentes tamaños y formas. Habría que salir a fumar a la calle, ¡pero vendría gente de todo Texas a visitarnos!

Sé que no os lo vais a creer, pero mi idea era hablar sobre la legalización -o no- de las drogas, y tenía un chiste preparado sobre uno que va a la farmacia y pide un gramo y cuando el farmacéutico le pregunta si se lo envuelve para regalo el tipo responde "me lo llevo puesto". Pero ya da igual. Lo importante es que el Gordo recayó en un barrio obrero muy necesitado.
Y que el 2011 no rima desde hace seis años. Feliz Año Nuevo.

2 comentarios:

  1. Me gusta tu blog, me gusta la ironia que usas en tu lenguaje, ENHORABUENA!
    Un saludo

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  2. Asnos de gran corazón: si sólo usarais vuestra incipiente chispa de indignación para el Gran Caos... Pero les puede más la joroba.


    Atended el centro de la tierra!

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